Por B. GARCÍA
Hoteleros que quieren aprender a decir "reserva" o "habitación", profesores, estudiantes... Cada vez es más amplio y variado el perfil de alumnos de lenguas de signos de la Asociación de Minusválidos de Benidorm
Directores y empleados de hoteles interesados en aprender palabras como "reserva", "habitación" o "desayuno" en lengua de signos; profesores que quieren comunicarse con sus alumnos sordos; funcionarios de la administración judicial que buscan romper barreras lingüísticas; trabajadores sociales; estudiantes universitarios y gente en general, interesada en la materia, son sólo algunos de los alumnos de los cursos de lengua de signos que la Asociación de Minusválidos de Benidorm ha impartido en la ciudad por segundo año consecutivo y con un éxito que ha desbordado las previsiones.
Los objetivos de estos cursillos de iniciación: desmontar los tópicos en torno a las lenguas de signos e iniciar a interesados en sus primeras palabras, según explicó la intérprete Beatriz López Farach, la encargada de impartir los cursos de este año gracias a un convenio de colaboración entre Asmibe y el Centro de Formación Rodrigo Giorgeta de Valencia.
Los perfiles de las personas atraídas por estos idiomas son cada vez más dispares y numerosos. En una sociedad cada vez más inclusiva, aumenta el número de gente interesada en aprender lenguas de signos "por enriquecerse, por trabajo, por la integración, porque tienen amigos o familiares sordos" o por razones de lo más variado, según explicó la presidenta de Asmibe, Pilar Jiménez. Lo cierto es que el colectivo local ha tenido que realizar más cursos de los previstos y, aún así, tantas personas como han participado se han quedado fuera, en lista de espera, para futuras ediciones.
Falsos mitos
Entre los falsos tópicos a los que se enfrentan estas lenguas está la creencia errónea de que se tratan de lenguajes de gestos o señales icónicas, o de que hay una lengua única y común para todos. Nada más lejos de la realidad. Las lenguas de signos son lenguas naturales tan antiguas como las orales y con reglas propias. "Es una lengua, no un lenguaje, no es universal", hizo hincapié la especialista.
Cada lengua de signos es un idioma diferente y varía por ámbito geográfico o familia lingüística de la que venga, igual que cualquier otro idioma. "En España, hay dos lenguas de signos oficiales: la de Madrid y la de Cataluña; en el resto de comunidades, los signos son una mezcla de las dos", explicó Beatriz López Farach. En los cursos de Benidorm, la especialista enseña la Lengua de Signos de la Comunidad Valenciana, en la que también confluyen ambas.
"Es un idioma, con morfología propia, con fonética propia (algunos signos van acompañados de un sonido o patrón labial), con sintaxis propia y con todas las reglas propias de una lengua normal", destacó la intérprete. De hecho, su estructura es distinta a la del castellano o el valenciano, por ejemplo: "Las negaciones, los verbos y las partículas interrogativas van al final" de la oración, explicó Beatriz López Farach. La configuración de las manos, su movimiento o su orientación son algunos de los aspectos básicos para formar cada signo. Aunque no usemos el oído, el camino de aprendizaje es el mismo que para cualquier idioma y estos cada vez los "habla" más gente. Lo que faltan son cursos y lugares donde poder formarse.
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