Cada vez más gente aprende el lenguaje de señas en la región. Profesionales, docentes y sobre todo jóvenes buscan adquirir esta lengua para comunicarse con las personas con capacidad auditiva reducida.
Paralelamente a la oferta y demanda de cursos y talleres, las personas sordas van insertándose en universidades, colegios terciarios y espacios académicos, hasta ahora restringidos para ellos. Este fenómeno hizo además que la lengua de señas amplíe su vocabulario.
En Neuquén se están debatiendo en el Concejo Deliberante de la capital y en la Legislatura provincial, dos proyectos para incluir intérpretes en lenguaje de señas y el sistema Braille en todas las dependencias públicas (ver aparte).
Las personas que no pueden oír se ven limitadas en actividades de la vida cotidiana tan necesarias como explicarle a su médico los síntomas de una enfermedad, o realizar un trámite en una dependencia pública, o en una ciudad desconocida consultar por una dirección, realizar la compra de un inmueble, consultar a un abogado. Todo es complicado si no cuentan con un intérprete en lenguaje de señas.
Estas realidades tienen su contrapunto en el incremento de la asistencia a los talleres y cursos de lenguaje de señas que se dictan en la región del valle. En la sede de la Universidad de Flores, en Cipolletti, se dicta desde hace diez años un curso de 180 horas. También se dictan cursos en asociaciones de sordos, ONG y entidades intermedias.
"Cada vez más la gente se acerca a aprender la lengua de señas. Los primeros fueron los docentes, algunos profesionales, pero desde hace un tiempo la gente que ni siquiera tiene un familiar con sordera se inscribe en los cursos. Es destacable además la cantidad de jóvenes que asisten", comentó Pablo Baldrich, intérprete de sordos y profesor a cargo de estos cursos.
Baldrich consideró que este incremento de los interesados en aprender el lenguaje de señas, se debe a que cada vez más las personas sordas conquistan nuevos espacios, sobre todo los académicos. Un ejemplo claro es lo que sucede en un colegio terciario de la ciudad de Neuquén.
El Instituto de Formación Docente Nº 4 tiene entre su alumnado que cursa el profesorado en enseñanza primaria, personas sordas. Esto requirió que la institución capacitara a su personal en la lengua de señas.
"Hasta ahora la lengua de señas llegaba hasta el secundario, pero a partir de que los sordos están ingresando al nivel terciario de educación, la lengua tiene que modificarse, incluir otra terminología que antes no se usaba, en materias pedagógicas, filosóficas. Una lengua sirve para decir todo lo que uno quiera, pero sólo lo que uno quiera decir. Para lo que uno no tiene necesidad de hablar no existen palabras. El lenguaje de señas se va ampliando a medida que los sordos van ingresando a otros ámbitos", explicó Baldrich.
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