CARTAS AL DIRECTOR
Hace unos días salió a la luz una noticia impactante, por su naturaleza y por el manejo que desde el seno de la Iglesia Católica se asume sobre estos horrendos actos. El Papa Benedicto XVI había ocultado por años los crímenes aberrantes cometidos por un sacerdote norteamericano a nada menos que a 200 niños sordos. Pasmosamente esta noticia no es nueva, hace poco también se dio a conocer otro hecho similar ocurrido hace varias décadas en un instituto para sordos de Verona, Italia; y que recién siendo adultos los afectados se animaron a denunciar las violaciones. Existen miles de casos similares que relacionan a sacerdotes con abusos a menores, hace poco un sacerdote fue expulsado del Seminario de Ciudad del Este por tener antecedentes judiciales relacionados con actos de pedofilia, la Iglesia se ha visto obligada a pagar fortunas en los juicios, y solo un mínimo porcentaje de los crímenes se descubre o se denuncia.
Comparando, podríamos opinar que si hubiera sido un presidente europeo quien haya encubierto a sus subordinados, por ejemplo; ministros, gobernadores o altos funcionarios en un escándalo de abuso sexual a niños, por dignidad seguramente hubiera renunciado, no entendemos por qué el Sumo Pontífice no lo hace. Las noticias de los periódicos nos hablan que obispos y sacerdotes se sienten perseguidos y que consideran la difusión de las noticias como actos de desprestigio contra la Iglesia Católica, llegando a comparar el "sufrimiento" que ellos sienten con el que padecieron los judíos durante el holocausto; obviamente los judíos ya manifestaron su repudio ante semejante desacertada comparación. Independientemente de cómo profesemos nuestra religión en este momento, nacimos en el seno de una familia católica, y nos ofende la falta de cristianismo con la que estos pastores de la Iglesia tratan de desentenderse del grave problema que desde el mismo cónclave de la Iglesia se crea y se protege.
Obviamente que cualquier abuso a un menor es un crimen de lesa humanidad y el autor debería ser castigado con todo el rigor de la ley. Pero detengámonos en el hecho que impunemente estos sacerdotes "instructores" abusaron sin piedad de los pupilos sordos; sus padres confiados en el doble "poder" de estos evangelizadores, sin pensar, les depositaban inocentemente en la escuela, para que les enseñen a "hablar" y para que les den la palabra de Dios. Nada de eso ocurría en las aulas o dentro de las instituciones, muy por el contrario, les aterrorizaban y abusaban también doblemente de su "imposibilidad" de "hablar", ¿a quien podría un niño sordo comunicar lo que sentía desde su lengua distinta y diferente que ni siquiera les fue dada satisfactoriamente por sus despiadados verdugos? Debemos pensar que la situación de un niño sordo es muy particular, normalmente es hijo de padres oyentes, y que por el sistema educativo impuesto, no tiene una comunicación fluida con sus progenitores ya que la mayoría de los padres no maneja la lengua natural de los sordos, la lengua de señas. Este niño tiene una cosmogonía muy diferente a la de un niño oyente, es mucho más indefenso, está aislado en un mundo hegemónico oyente en el cual no ha aprendido a vivir, no sabe lo que pasa a no ser que alguien le explique, podría considerar el abuso como un castigo por algo que hizo mal, o que lo que le dice el sacerdote lo tiene que hacer o será castigado o quien sabe que temor le infringen estos corruptos a sus víctimas inocentes. Tampoco le será fácil contarles a sus padres lo que les pasa. De adulto Alessandro Vantini contó que: Cuando era un niño asistió a un instituto católico de ayuda para los sordos, y dijo que los sacerdotes lo violaron de manera tan implacable que llegó a sentir "como si estuviera muerto".
¿Y qué podemos hacer los padres de sordos para prevenir estas atrocidades? Primero debemos aprender a comunicarnos con nuestros hijos en su lengua natural, la lengua de señas, exigir que en las escuelas a donde les llevamos, se utilice la LS para su enseñanza, y comprender que los niños sordos están más indefensos ante el abuso oportuno de personas perversas. Hablar mucho con nuestros hijos, que sintamos que ellos nos pueden contar cualquier cosa que les pasa, interesarnos en nuestros derechos y en el de nuestros hijos, lo que dice la Convención de las NNUU para personas con discapacidad al respecto.
A lo largo de nuestra vida hemos visto muchos casos donde los padres no entienden a sus hijos o no los respetan y estos son dejados de lado, impera en todas las conversaciones después te explico, o no es nada importante; cuando un sordo pregunta de qué se está hablando, para ellos es como si le estuviéramos abandonando. Hay casos en que los niños o niñas sordas son abandonados por sus padres porque no los pueden tener o no saben cómo actuar con ellos, no conocen los medios disponibles, o simplemente les dejan en la casa destinándolos a quehaceres domésticos y dejándolos al cuidado de una abuela o una vecina y no les envían a la escuela por eso del aichinjara anga, (pobrecito, en guaraní) es enfermo el pobrecito, para que le voy a enviar a la escuela si no entiende nada.
Recomendamos como padres de sordos y con una larga lucha para que ellos reciban la mejor educación que le podemos dar, que no los dejen solos, que ya bastante aislados se sienten, que le inserten en su comunidad sorda, que asistan a las escuelas para sordos, y que se acerquen a las asociaciones de sordos, les aseguramos que estas hermosas, inteligentes e interesantes personitas les van a enseñar mucho de la vida y les darán más satisfacciones de lo que se puedan imaginar.
Marisa y Rogelio
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