Cuando Tatiana Chkout llegó a Cuba, en 1976, casada con Rodolfo Vegas, a quien conoció en su época de estudiante en la antigua Unión Soviética, estaba lejos de imaginar que echaría profundas raíces en esta isla del Caribe.
Solo la forma peculiar de hablar el español delata su origen ruso. Se reconoce como una auténtica cubana y con esa convicción, afirma: "El extranjero que decide vivir definitivamente en otro país, como en mi caso, debe de integrarse completamente a la vida de este, conocer su cultura y costumbres y respetarlas.
"Siento cariño y admiro la perseverancia del pueblo que me acogió como a una hija, y también mantengo una gran curiosidad, porque los cubanos son impredecibles", dice mientras ríe jocosamente.
"En todas partes digo que tengo dos patrias; la primera es Rusia, porque allá están mis raíces, mi padre y hermanos, y Cuba la segunda, porque a ella le debo mi realización profesional y personal. Es también el lugar donde me siento muy reconocida y querida".
LA OTRA VIDA DE TATIANA
A orillas del río Volga, en la parte central de la Rusia europea, está Rybinsk, la ciudad natal de Tatiana. Allí estudió y ejerció el magisterio con niños de preescolar y sordos. Tiempo después, en el Instituto Superior Pedagógico de San Petersburgo (de 1924 a 1991 nombrada Leningrado, en honor a Valadimir Ilich Lenin) se hizo licenciada en la especialidad de enseñanza de sordos, por la que siempre se sintió atraída.
A Cuba llegó en junio de 1977 y cuenta ella misma que tuvo la suerte de que a los seis meses comenzó a trabajar como asesora en el perfeccionamiento de la educación especial, específicamente la de sordos, que en aquellos momentos llevaba adelante el Ministerio de Educación.
"Tenía esa función, pero siempre mantuve, igual que ahora, el contacto profesional con los directivos, maestros y alumnos de las escuelas de sordos —discapacidad a la que me he dedicado durante años—, y con la Asociación Nacional del Sordo (ANSOC)".
"No me fue difícil adaptarme a una nueva vida en Cuba, pues estaba muy feliz de llegar acompañada de mi esposo. Además, comencé a trabajar casi de inmediato en lo que me gustaba. Mis compañeros me acogieron con amabilidad y me ofrecieron una gran ayuda, sobre todo con el idioma español, que aprendí a hablar y a escribir aquí. Sin embargo, a veces extraño el ambiente ruso, la música, el pan negro, los libros y el cambio de estaciones, sobre todo, el otoño, que es mi tiempo preferido".
Desde hace diez años, Tatiana investiga y realiza aportes al conocimiento de la sordo-ceguera, una de las discapacidades más complejas a nivel mundial, en tanto se trata de la carencia de dos sentidos esenciales para el ser humano: la vista y el oído.
Según refiere, el programa de atención educativa científicamente argumentada y fundamentada para los menores sordo-ciegos de Cuba comenzó desde los años 2001-2002, después del estudio genético de discapacidad realizado en el país, aunque hay valiosas experiencias de trabajo con niños aquejados por esa afección en las provincias de Granma y Ciudad de La Habana, desde la década del noventa del siglo anterior.
"El Programa funciona en todas las provincias —señala—, ajustado a las condiciones de los alumnos y docentes, y a las características particulares de los territorios. Se lleva a la práctica a través de varias modalidades: escuelas especiales y regulares, salones especializados de los círculos infantiles y el programa comunitario Educa a tu hijo, para niños en edades preescolares que no asisten a instituciones docentes y ,además, de forma ambulatoria.
"Otro logro de la enseñanza especial cubana es que 24 de los 200 niños y adolescentes con implante coclear en el país, son sordo-ciegos", manifiesta satisfecha.
Recientemente, informa además la especialista, fue inaugurada la escuela William Soler, en Ciudad de La Habana, que asesora metodológicamente a maestros y familiares de niños con esa limitación de todo el país.
Tatiana, quien ha devenido una de las más prestigiosas especialistas en ese tipo de discapacidad dentro del sistema cubano de educación, es también la autora de los primeros libros sobre la materia dirigidos a la familia, a los docentes graduados y en formación: La atención Educativa a niños y adolescentes sordo-ciegos, Punto de partida: Lectura para la familia, y Los niños con implante coclear: un acercamiento a la atención psicopedagógica.
Cuba cuenta con un personal altamente calificado para atender de manera especializada a esos niños, afirma y al respecto, agrega: "Actualmente estamos profundizando en las características particulares de estos niños. Tenemos defendidas 14 maestrías, tres doctorados, así como decenas de maestros con deseos de estudiar e investigar sobre el tema.
"El gran desafío por delante es la comunicación de estos educandos a partir de sus potencialidades reales, su socialización mediante vías y formas que propicien un mayor acercamiento a ellos, y lograr, además, las condiciones que permitan preparar a los jóvenes sordo-ciegos para su formación laboral y futura integración social".
Hace sólo seis meses, nuestra entrevistada defendió con éxito la tesis de doctorado en educación especial, con una investigación en el área de atención educativa de los niños que padecen sordo-ceguera y en la que fue apoyada por sus compañeros del Ministerio de Educación, los maestros, y otros especialistas de la escuela para niños sordociegos William Soler, su esposo, con quien comparte la vida desde hace 37 años, y sus hijos Zenia y Andrés, ambos profesionales graduados en Cuba.
Tatiana forma parte de esos docentes a los que en su tiempo se refirió José Martí cuando escribió, luego de visitar una escuela de niños sordomudos: "La paciencia exquisita, el ingenio excitado, la palabra suprimida, elocuente el gesto, vencido el error de la naturaleza. El profesor se convierte en la madre y la lección ha de ser una caricia. Benditas sean las manos que rectifican estas equivocaciones y endulzan estos errores sombríos de la ciega madre creación"
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