El jueves pasado, el diario Cinco Días, del grupo Prisa, tituló en portada sobre fotografía de Zapatero y Rajoy, con grandes caracteres, 'Diálogo de sordos'. Se refería a la actitud mostrada por ambos líderes en el debate de la Nación cuya emisión por televisión contó como es habitual con intérpretes de signos para la población sorda.
No sé por qué tituló de este modo el rotativo Cinco Días. No sé si quiso hacer una fallida asociación de ideas o simplemente se le fue la mano en el uso de una frase manida que tanto daño causa socialmente. La causa del titular no es el tema sino el pretexto de este comentario.
Está claro que los señores en cuestión ni son sordos, en el sentido literal del término, ni desean dialogar, por lo que calificar lo que sucede entre ambos como diálogo de sordos es cuando menos injusto para el millón de personas sordas que hay en España y los casi 70 millones que hay en el resto del mundo.
Todos sabemos que la comunicación entre personas sordas (y de éstas con las demás) existe y es posible. No mediante la palabra, pero sí mediante los signos de la mano, el rostro, el cuerpo. Sólo hay que aprender este idioma. La lengua de Signos surgió, no se sabe cuándo, de manera natural entre las personas que no pueden oír; tiene su propia gramática. No es universal. Cada país tiene su propio idioma de signos. En España se utilizan la Lengua de Signos Española (LSE) y la Lengua de Signos Catalana (LSC).
El Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad en el año 2007 una ley por la que se regula y reconocen las lenguas de signos en España. Una reivindicación histórica de la comunidad sorda española para lograr disfrutar su legítimo derecho a la plena ciudadanía en igualdad de condiciones.
Son sordas aquellas personas que tienen en mayor o menor grado pérdida auditiva y encuentran en su vida cotidiana barreras de comunicación con los demás. La Lengua de Signos permite superar esas barreras y unir en cuerpo y alma, pensamiento e imágenes a la comunidad de personas que la practican. El intérprete profesional de la lengua de Signos juega un papel fundamental en la sociedad que pretende dar verdadera participación a las personas sordas. Y en estas actitudes estamos, aunque de vez en cuando se meta la pata con mayor o menor repercusión y retrocedamos irreflexivamente.
Este comentario y los que puedan venir en el futuro sobre el tema no serían posibles sin el apoyo y la confianza de la Federación de Personas Sordas del Principado de Asturias (FESOPRAS) y la experiencia directa de contemplar el trabajo de las intérpretes asturianas de la Lengua de Signos durante las sesiones plenarias en el Ayuntamiento de Avilés.
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