InfoSord-Maracaibo
Por Aziel Figueroa Betancourt
a llegada de un hijo al mundo es la mayor de las ilusiones de toda mujer. Ese bebé viene a cumplir su sueño de sentirse "realizada", con capacidad de regalar vida. "No importa si es niño o niña, lo más importante es que nazca sano", es sólo uno de los comentarios más comunes entre familiares y amigos. ¿Pero qué pasa cuando la vida decide lo contrario y el bebé nace con alguna discapacidad? No hay diferencias en la grandeza del afecto que le prodiga su madre y todo lo que ella es capaz de hacer por verlo feliz. Es la sociedad quien equivocadamente insiste en etiquetarlo como alguien anormal.
Se trata de una prueba más de la vida que hay que superar, y de eso está convencida Ana María González, de 45 años, comerciante y mamá de Rodolfo Alberto, un niño de ocho años diagnosticado con autismo hace cinco.
Perdió a su esposo cuando Rodolfo tenía ocho meses producto de un cáncer y volcó sobre el pequeño todo su amor en busca de consuelo. A los 11 meses comenzó a notarle comportamientos extraños. Mostraba déficit de atención y se escondía en lugares oscuros. Su pediatra nunca la advirtió de nada y jamás imaginó que algo sucedía porque sus dos hijas mayores no padecen ningún trastorno.
Acudió a los especialistas hasta que obtuvo respuestas. La noticia la golpeó pero siguió adelante, tanto que a la fecha cursa primer semestre en Educación Especial. "Él es lo más grande para mí. Todas las noches me acuesto rezándole a Dios para que me dé fuerzas y la bendición de verlo sano y superar al máximo su discapacidad".
Confía en que con la ayuda que le brindan en el Centro de Atención Integral para Personas con Autismo (Caipa) lo logrará. Lanza un mensaje para las madres que comparten su experiencia: "Siéntanse ustedes especiales también, denle todo el apoyo que puedan y no desmayen nunca".
Señas de amor
Desde que Jesús Gregorio Largo, de 16 años, entró al preescolar, su mamá, María Eugenia Castillo, de 48, no ha hecho otra cosa que apoyarlo. Ahora estudia tercer año en el Instituto de Educación Especial Maracaibo y, pese a su discapacidad auditiva, es uno de los mejores alumnos de su clase. "La amo mucho porque ella me ayuda", expresa el jovencito en lenguaje gestual, mientras ella señala que es su único hijo y su orgullo. A pesar de tener tres hermanos sordos más, al igual que a 12 sobrinos, y estar consciente de su herencia familiar, la idea de tener un hijo con discapacidad auditiva a Castillo le "pegó".
Sin embargo, la comerciante no se rindió y aprendió la lengua de señas venezolana para poder comunicarse con él desde que era muy pequeño. "Para mí es una persona normal. Lo ayudo con las tareas, estoy pendiente de sus estudios y hasta me cuenta sus secretos. Mi meta es que mi hijo llegue a la universidad. Cada día me enamoro más de él".
Está clara en que la clave para el triunfo de los hijos es el afecto y la atención de la familia, por eso anima a las madres de niños sordos a brindarles "mucho cariño y no rechazarlos".
Apoyo y más apoyo
El caso de Jenn María Soto, de 37 años, y su hija de un año, Victoria Valentina Gotopo, no es distinto. La bebé nació prematura y con retinopatía (inmadurez en la retina), condición que la colocó al borde de la ceguera. Luego de pasar mes y medio en cuidados intensivos, su pediatra detectó la anomalía. En cuanto le explicó a su mamá su condición médica, la tristeza la invadió. "Fue algo muy fuerte porque pensé que iba a quedar ciega".
De inmediato comenzó a recibir tratamiento con láser y la retinopatía sanó, pero más adelante le diagnosticaron estrabismo, problemas en las vías biliares, hipertrofia ventricular (corazón) y quiste de colédoco.
A pesar de tener un año, aún no camina porque tiene los músculos de las piernas rígidos. Todo esto la ha convertido en la consentida de sus padres, sus tres hermanos mayores e, incluso, del Instituto de Educación Especial Mario Florentin para niños con discapacidad visual, donde recibe terapias todas las semanas.
El sueño de Soto es verla convertida en una profesional universitaria que supere todos sus problemas físicos. "Victoria es muy inteligente y le gusta la música. Yo le diría a todas las madres de otros niños como ella que tengan fe, crean en Dios y siempre los apoyen".
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