domingo, 9 de diciembre de 2018

"Mis manos hablan¨, expresión de las personas con discapacidad auditiva




Medellín (Colombia).-

52 personas de las comunas 14, El Poblado, y 15, Guayabal, recibieron certificación por su proceso de formación en lengua de señas, estrategia de inclusión liderada por la unidad de discapacidad Ser Capaz

Karol Serna y Tatiana Suárez  quisieron aprender un nuevo idioma. No era inglés ni francés, y a diferencia de las demás lenguas, para dominarla, debían guardar silencio y agudizar la vista. Se trata del Lenguaje de Señas Colombiano LSC, la forma de comunicación empleada por la comunidad sorda del país.

Estas dos jóvenes de las comunas 13 y 14 son oyentes, y no tienen problemas para comunicarse con el resto de la sociedad, pero decidieron ponerse en el lugar de las personas con discapacidad auditiva, y se dieron cuenta de las múltiples dificultades que enfrenta este grupo poblacional en su vida cotidiana. 


Para tomar parte activa en la inclusión de estas personas, ambas decidieron hacer del curso ofertado por la Unidad de Discapacidad Ser Capaz, adscrita a la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos.

“Me animé a tomar el curso porque estudio licenciatura en educación especial, por lo cual este aprendizaje me será muy útil para mi carrera”, expresó Karol. Por su parte, Tatiana manifestó sentir una gran empatía con las dificultades de la población sorda. 

“El hecho de que una persona con esta discapacidad vaya, por ejemplo, al médico o al psicólogo y tenga dificultad para entender y hacerse entender, es solo una de las muchas necesidades de inclusión ellos tienen. Creo que muchos profesionales deberían formarse para darles la atención que necesitan”, dijo la futura fonoaudióloga.

Un amplio vocabulario y la capacidad de construir frases en este lenguaje especial, fueron los grandes aprendizajes de 52 personas que realizaron el curso, y recibieron su certificación en un acto simbólico realizado en el Parque de la Vida, donde se les motivó a aplicar este conocimiento   para reducir las barreras de comunicación que dificultan la inclusión social de las personas con discapacidad auditiva y sus cuidadores.

Este curso tuvo una intensidad de 48 horas, con un encuentro semanal a lo largo de tres meses, en el que los aprendices tuvieron el acompañamiento de un intérprete en lengua de señas y un formador lingüístico.

“Aprender un nuevo idioma, en este caso el LSC, es un gran ejercicio a nivel personal, que adicionalmente se convierte en una acción de inclusión”, fue la invitación de Karol y Tatiana para que mucho más ciudadanos se animen a aprender a hablar con las manos.



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