CULTURA
Bogotá (Colombia)
Habrá funciones con intérpretes de lengua de señas para personas sordas.
Pocas veces nos preguntamos cómo van a teatro las personas sordas. La respuesta es que no lo hacen, y no precisamente porque no quieran. Sencillamente, se restringen porque no hay obras que tengan una lengua para ellos.
El Teatro Nacional acaba de dar un paso que pretende acercarlos al mundo de las artes escénicas y lograr que lo disfruten como cualquier espectador.
A partir de mañana, y los primeros sábados del mes, la función de las 6 de la tarde del Teatro La Castellana, de Bogotá, contará con intérpretes de lengua de señas, que estarán ubicados a los lados del escenario traduciendo los diálogos de los actores.
La experiencia, dice Daniel Álvarez, director ejecutivo adjunto del Teatro Nacional, parte del interés de generar inclusión y de formar públicos.
Las funciones especiales se estrenan con Pillowman, considerada por los lectores de ESKPE como la mejor obra del 2010.
Aunque habrá público general, las personas discapacitadas estarán ubicadas en las primeras filas y tendrán descuentos del 20 por ciento en la boletería.
"Actualmente, solo hay obras de teatro con intérpretes de señas en los colegios distritales, pero es la primera vez que un teatro abre las puertas tan claramente a la población sorda, que siempre ha encontrado una barrera cultural", declaró John Bohórquez, director técnico de la Federación Nacional de Sordos (Fenascol).
En el mundo, es común que las personas sordas formen sus propias compañías y presenten sus obras para un público que tampoco escucha, pero esto termina convirtiéndose en un tema de nicho.
Solo espacios como Disney World tienen algunas funciones adaptadas para sordos y en Brasil hay experiencias, pero mínimas.
España lo ha hecho también, con apoyo de la tecnología. Este año, el Teatro María Guerrero de Madrid presentó una obra con subtítulos, que aparecían en teléfonos inteligentes o en tabletas, gracias a un software que copia el guion y se podía leer mientras transcurría la obra.
Andrés Parra, protagonista de Pillowman, ya había vivido la experiencia de actuar con intérprete de señas en 1999, en el Teatro Libre, de Bogotá. "Es raro, pero muy interesante. Especialmente, cuando es comedia, porque la risa es a dos tiempos: los oyentes se ríen a uno y las personas sordas, mientras el intérprete traduce, se ríen a otro", dijo.
Para Pillowman, los intérpretes hicieron un trabajo previo de lectura de los libretos, con el objetivo de ser más precisos a la hora de traducir a la lengua de señas colombiana (cada país tiene modismos en la lengua de señas).
Álvarez aseguró que esta es la primera parte de un proyecto que incluirá adaptación de espacios y otras obras para la población discapacitada, y que el próximo año se extenderían las funciones especiales a las otras dos sedes del Teatro Nacional: la Casa del Teatro y el Fanny Mikey.
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Habrá funciones con intérpretes de lengua de señas para personas sordas.
Pocas veces nos preguntamos cómo van a teatro las personas sordas. La respuesta es que no lo hacen, y no precisamente porque no quieran. Sencillamente, se restringen porque no hay obras que tengan una lengua para ellos.
El Teatro Nacional acaba de dar un paso que pretende acercarlos al mundo de las artes escénicas y lograr que lo disfruten como cualquier espectador.
A partir de mañana, y los primeros sábados del mes, la función de las 6 de la tarde del Teatro La Castellana, de Bogotá, contará con intérpretes de lengua de señas, que estarán ubicados a los lados del escenario traduciendo los diálogos de los actores.
La experiencia, dice Daniel Álvarez, director ejecutivo adjunto del Teatro Nacional, parte del interés de generar inclusión y de formar públicos.
Las funciones especiales se estrenan con Pillowman, considerada por los lectores de ESKPE como la mejor obra del 2010.
Aunque habrá público general, las personas discapacitadas estarán ubicadas en las primeras filas y tendrán descuentos del 20 por ciento en la boletería.
"Actualmente, solo hay obras de teatro con intérpretes de señas en los colegios distritales, pero es la primera vez que un teatro abre las puertas tan claramente a la población sorda, que siempre ha encontrado una barrera cultural", declaró John Bohórquez, director técnico de la Federación Nacional de Sordos (Fenascol).
En el mundo, es común que las personas sordas formen sus propias compañías y presenten sus obras para un público que tampoco escucha, pero esto termina convirtiéndose en un tema de nicho.
Solo espacios como Disney World tienen algunas funciones adaptadas para sordos y en Brasil hay experiencias, pero mínimas.
España lo ha hecho también, con apoyo de la tecnología. Este año, el Teatro María Guerrero de Madrid presentó una obra con subtítulos, que aparecían en teléfonos inteligentes o en tabletas, gracias a un software que copia el guion y se podía leer mientras transcurría la obra.
Andrés Parra, protagonista de Pillowman, ya había vivido la experiencia de actuar con intérprete de señas en 1999, en el Teatro Libre, de Bogotá. "Es raro, pero muy interesante. Especialmente, cuando es comedia, porque la risa es a dos tiempos: los oyentes se ríen a uno y las personas sordas, mientras el intérprete traduce, se ríen a otro", dijo.
Para Pillowman, los intérpretes hicieron un trabajo previo de lectura de los libretos, con el objetivo de ser más precisos a la hora de traducir a la lengua de señas colombiana (cada país tiene modismos en la lengua de señas).
Álvarez aseguró que esta es la primera parte de un proyecto que incluirá adaptación de espacios y otras obras para la población discapacitada, y que el próximo año se extenderían las funciones especiales a las otras dos sedes del Teatro Nacional: la Casa del Teatro y el Fanny Mikey.
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