sábado, 30 de abril de 2011

Problema auditivo no trunca su sueño

Karla asiste a una escuela que requiere apoyo para la capacitación de maestros en instrucción de niños sordos

A través de sus manos, Karla Rangel Benítez cuenta sus sueños. Dice que quiere estudiar la universidad y convertirse en profesora. Tiene 12 años de edad y en los primeros meses de vida se le detectó hipoacusia bilateral severa, un problema auditivo al que se le conoce como sordera.

Actualmente cursa estudios de secundaria en la escuela diurna 267 Teodoro Flores en la delegación Iztapalapa y es una de los nueve niños con discapacidad auditiva que atienden en esa institución, a la que asisten, además, dos alumnos con discapacidad intelectual, uno con discapacidad motriz y 650 alumnos oyentes.

Las clases ahí son diferentes. Se imparten mediante el método de inclusión, en el que los niños sordos se integran a un grupo de niños oyentes. Mientras un profesor da la clase, un intérprete realiza su labor a través de lengua de señas para los estudiantes con debilidad auditiva.

Desde hace cinco años, la secundaria Teodoro Flores atiende en precarias condiciones a niños con discapacidad, ya que no cuenta con instalaciones ni personal especializado en este sector. Sólo hay un intérprete.

Karla cuenta a través de su madre Patricia Benítez, quien sirve de guía, que en su escuela le va “más o menos bien”. “(Los maestros) hablan y yo no sé, en las clases a veces hay intérprete y a veces no, por eso tengo es que debo aprender yo sola”, se queja.

Cristina Breña, intérprete certificada de Lengua de Señas Mexicanas e intérprete de la secundaria, reconoe que hace falta personal capacitado.

“Sería genial que la SEP contratara intérpretes para todas las clases, para cada grado y grupo”; sin embargo, dice, se afectaría la autonomía del alumno, pues él no puede depender siempre de un intérprete para comunicarse.

Falta visión de autoridades

Las peticiones de profesores y padres de niños con problemas auditivos de la Secundaria Teodoro Flores son simples: mayor capacitación y personal especializado, contar con la infraestructura necesaria y apoyo, mucho apoyo para salir adelante.

“El deseo más grande es capacitación para los maestros, actualización en temas de sordera, enseñarles lengua de señas mexicanas —aunque sea a nivel básico— para la eficiencia comunicativa, también en uso de herramientas didácticas dirigidas al sordo y materiales visuales, intérpretes, tiempo y recursos”, resume Cristina Breña.

En tanto, para las autoridades de la Dirección General de Servicios Educativos de Iztapalapa (DGSEI) las cosas marchan de forma adecuada, tal y como están en la actualidad.

Ernesto Gallo Álvarez, director técnico de la DGSEI, asegura que el buen funcionamiento de la secundaria obedece al liderazgo del director Jorge Cabrera Arteaga, quien —de acuerdo con la comunidad escolar— está ausente de su puesto desde febrero pasado debido a incapacidad por enfermedad.

“Me parece que el liderazgo del director ha sido un factor importante para que la escuela siga siendo un modelo a seguir, esto genera que los niños se sientan bien, se sientan acogidos y que estén incluidos dentro de la escuela”.

Con lo que tienen hasta ahorita pueden desempeñarse, advierte Gallo Álvarez, quien reconoce que los materiales hacen falta, “pero con lo que tenemos podemos continuar trabajando; los profesores que tienen ahorita los niños son los que necesitan”.

Compromisos

Patricia Sánchez Regalado, directora de Educación Especial de la Secretaría de Educación Pública (SEP), explica que la dirección a su cargo tiene bajo su responsabilidad a 15 delegaciones políticas del Distrito Federal, con excepción de Iztapalapa, ascrita a la Dirección General de Servicios Educativos Iztapalapa (DGSEI) desde hace 18 años de forma independiente.

La funcionaria dice estar comprometida a apoyar en la capacitación de algunos maestros de la escuela Teodoro Flores, en caso de que efectivamente no haya intérpretes, y recalca que hace falta mucho por hacer, toda vez que el reto es mayor: “la discapacidad no sólo es un asunto de educación, implica también la aceptación de todos los ciudadanos y generar esa cultura”.

En la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), el diputado priísta Octavio West, presidente de la Comisión de Educación, presentó el jueves pasado una iniciativa de reformas a la Ley de Educación local, en la que propone —entre otras acciones— celebrar convenios anuales entre la Secretaría de Edúcación capitalina y la Secretaría de Educación Pública (SEP) para crear grupos específicos en escuelas públicas de educación básica y atender a estudiantes con discapacidad visual o auditiva, además de que se supervise la dotación oportuna de instrumentos y materiales necesarios para el desarrollo de los programas de educación para este sector.

Discapacidad de élite

La intérprete Cristina Breña asegura que el principal problema de la discapacidad auditiva es que no es visible. “La sordera no se ve y es una discapacidad muy cara, es de élite porque tener un aparato auxiliar, primero te distingue como sordo y cuesta entre 20 y 40 mil pesos, el molde 500 pesos; la pila cuesta 20 pesos y la terapia de lenguaje entre 300 y 400 pesos la hora”.

Salvador Castillo, médico especialista en audiología y fotoneurología clínica del Hospital Infantil de México, explica que la hipoacusia o sordera es la disminución de la capacidad auditiva y se clasifica en diferentes grados: superficial, moderada, severa y profunda, y según la localización del problema puede ser de oído interno, medio o externo, y en ello radica el tratamiento.

Asegura que la sordera es un padecimiento que puede ser detectado desde el nacimiento y con ello aumentar la probabilidad de una rehabilitación. En muchos casos, dice, puede ser un padecimiento potencialmente reversible, con medicamento o cirugía, de acuerdo con el grado y tipo de padecimiento, con excepción de la sordera provocada por un problema de oído interno, que es irreversible.

“La sordera se puede detectar desde el nacimiento a través de un estudio de Tamiz Auditivo, mediante el cual es posible detectar si existe un problema de pérdida auditiva y si es antes de los primeros cuatro meses de edad se puede rehabilitar por completo”.

A los tres meses de edad se detectó la discapacidad de Karla. A partir de entonces aprendió a comunicarse mediante el lenguaje de señas, su rehabilitación total no ha sido posible por falta de recursos.

La otra cara

La Escuela Secundaria Técnica número 13 Manuel Heysser Jiménez también es responsabilidad de la Dirección de Educación Especial. En ella existen los llamados grupos integrados de personas con discapacidad.

El grupo está conformado por 13 alumnos con discapacidad auditiva de diferentes grados que sólo son integrados con los grupos de oyentes en las materias de educación física, artística, y talleres; el resto de las clases es impartido por profesores especializados e interpretadas en lengua de señas mexicanas en su totalidad.

Mario Pineda, intérprete certificado en dicha institución, explica que su labor consiste en la interpretación de cada una de las materias en un salón de clases independiente, lo que contribuye a un mejor aprendizaje.

“Si no hubiera intérprete, la educación sería más complicada y el alumno sordo carecería de la información completa de lo que hay en su entorno”.

Kevin Axel Romero tiene 14 años de edad y él es un alumno regular. A menudo, durante sus clases, convive con niños con problemas auditivos.

“La convivencia con ellos es pacífica; yo creo que es para la reintegración social de mis compañeros y a nosotros nos ayuda a tener el valor del respeto y la tolerancia”, dice Kevin.

Yo no he aprendido la lengua de señas, pero sí nos podemos comunicar a través de la escritura o imágenes.

Para Kevin, convivir con niños sordos le ha ayudado a fortalecer sus valores sociales y personales.

“Nos hace falta comprender que hay personas que no son iguales a nosotros y que también tienen las mismas capacidades, las mismas metas y los mismos logros”, comenta.

Manos que hablan

A través de sus manos, Karla es capaz de expresar lo que siente y piensa. Al leer los labios de sus amigos puede comprender lo que dicen. Con esas dos herramientas, ella es capaz de entender y enfrentarse a un mundo que no está hecho para los sordos.

A sus 12 años ha conocido la discriminación, la impotencia de no poder ser comprendida y sabe lo que significa ganarse la vida. Su sordera no le impide soñar y realizar las mismas actividades como cualquier otro niño.

Hoy, Karla saldrá a la calle con una mesa y una hielera. Venderá “frutsis” congelados. Esta actividad la realiza durante las vacaciones con la esperanza de obtener ingresos. Las ganancias, entre 25 y 40 pesos, servirán para sus ahorros y para cumplir su sueño: estudiar la universidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.