jueves, 18 de octubre de 2012

Internado la lleva a la India

01/09/2012 - SOCIEDAD


La imagen de dos niños ciegos y muy pobres jugando felices en un centro de juegos que a primera vista lucía abandonado logró arrancarle las lágrimas  a Rumaire Santiago Santos y la hizo reflexionar sobre todo lo que tiene y que muchas veces da por sentado.

La vida de la joven de 22 años, vecina del barrio Melilla, en Loíza, cambió el momento en que pisó tierra india para laborar como voluntaria en la Escuela de Niños Sordomudos de Ahmedabad, que queda al oeste del país y tiene una matrícula aproximada de 670 estudiantes, entre sordos y ciegos.

Rumaire, quien estudia administración de empresas y mercadeo en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, llegó al país asiático como parte de un programa de internado de la Asociación Internacional de Estudiantes de Ciencias Económicas y Comerciales (Aiesec, por sus siglas en inglés), que busca promover el desarrollo social en países en vías de desarrollo.

 “Ahora valoro mucho más lo que tengo. Nosotros (en Puerto Rico) tenemos todas las necesidades básicas y con todo y eso nos quejamos. Cuando estás allá te das cuenta de qué cosas que nosotros damos por sentado otras personas en el mundo no las tienen y eso te hace reflexionar”, comparte  “Rumi”, como cariñosamente la conocen.  La joven no lo pensó dos veces cuando surgió la oportunidad de viajar a la India como la única boricua en un grupo de seis estudiantes de prestigiosas universidades de Estados Unidos, China, Canadá, Malasia y Singapur.   

“Dentro del programa de internados de Aiesec tenía la opción de escoger entre uno relacionado con los estudios de mercadeo y otro con la labor comunitaria y desarrollo social. “Escogí el comunitario porque hay más necesidad de hacer un impacto social, de ayudar a las comunidades menos afortunadas”, explica.

La joven, que comenzó su internado el 13 de junio y regresó a la Isla el 1 de agosto, habla sobre su labor en la escuela que alberga a decenas de niños que muchas veces son rechazados por la sociedad india debido a su discapacidad física.

“Esos niños necesitan mucho afecto. Mi deber principal era hacer que ellos se sintieran felices y útiles. Hasta me tuve que aprender los números en hindi (idioma oficial de India) para enseñárselos, pero sé que gracias a ese esfuerzo, varios de los niños pudieron aprenderlos”, indica orgullosa la joven, quien escogió trabajar con niños en edad preescolar.

“Estuve por allá un mes y tres semanas, pero hubiera querido quedarme más tiempo porque siento que no pude completar todo lo que quería darles”, añade.

Rumaire asegura que entre las actividades que realizó como parte de los talleres con los niños confeccionó pequeñas banderas de India, Puerto Rico y del pueblo de Loíza, para enseñarles sobre su origen y cultura.

“Casi nadie sabía dónde quedaba Puerto Rico. Tenía que hacerles un mapa en la pizarra y decirles dónde estaba. Quería llevarles mi cultura puertorriqueña y loiceña a ellos para que conocieran más de mi país”, recuerda.

La joven estudiante sostiene que lo más que le impresionó de India fueron sus contrastes sociales y afirma que, luego de esta experiencia, planea conseguir ayudas para mejorar la infraestructura de la escuela.

“Tengo varios proyectos en mente para recaudar fondos para ayudar a la escuela. Dejé un pedacito de mi corazón allá con esos niños. Ayudar al prójimo es lo que me llena y seguiré haciéndolo no solo allá, sino aquí, en mi pueblo”, establece Rumaire.

No apoyan a los jóvenes

Mayra Santos, madre de Rumaire, dice sentirse orgullosa de la decisión de su hija de ir a la India a realizar labor comunitaria, aunque critica la falta de interés de las entidades gubernamentales en apoyar a los jóvenes que desean realizar este tipo de labor dentro y fuera de Puerto Rico.

“Es increíble cómo los políticos hablan de valores, pero no apoyan en estas causas si no ven que hay un interés que los beneficie. Sin embargo, la gente de Loíza rápidamente salió a ayudar a Rumaire a recaudar el dinero para el viaje. Nosotros somos gente trabajadora y no teníamos para costear el pasaje y los gastos, pero gracias a la generosidad de familiares, vecinos y amigos lo logramos”, explica Santos, además, destaca la ayuda desinteresada recibida del pintor loiceño José Becerril Osorio, quien donó postales con su arte para la venta.

“Fuimos donde el alcalde (de Loíza, Eddie Manso Fuentes) y nunca conseguimos una reunión con él. También fuimos donde el representante (Ángel) Bulerín y, de primera instancia dijo que no, pero como a Rumaire no la detiene nada, le dijo dos o tres sobre la importancia de este viaje y finalmente nos ayudó con $400”, detalla Santos.  

Según la progenitora, el propósito primordial de la joven era representar a su pueblo y demostrar que no todo lo que sale de Loíza es negativo y que la mayoría de los jóvenes de ese municipio están comprometidos con su comunidad, su país y con el mundo entero.

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