Por AMAIA MAULEÓN. VIGO
No sólo son las personas sordas las que requieren de los servicios de los intérpretes de lengua de signos. Cada vez son más los particulares y entidades que los solicitan para asegurarse una comunicación perfecta con los usuarios. Esto ocurre, por ejemplo, con médicos, abogados, policías, jueces o políticos, que se aseguran así de que la persona sorda recibe la información completa y no queda con dudas.
En comparación con 2008, la solicitud del servicio de interpretación aumentó en un 2,13% en las personas oyentes.
Pero aunque cada vez más la sociedad está decidida a eliminar las barreras de comunicación, tanto la intérprete Marta Barcia como la usuaria Mª Carmen González admiten que se han encontrado con diversos profesionales que rechazaban la presencia del intérprete. "A muchos médicos o a profesionales de la judicatura no les gusta nuestra presencia porque creen que vamos a entrar a valorar su trabajo o algo así", advierte Marta.
Nada más lejos de la realidad. El trabajo de los intérpretes se rige por un código ético basado en tres principios: neutralidad, fidelidad y secreto profesional. "Son muy necesarios porque llegamos a conocer cosas muy privadas de las personas a las que acompañamos", recuerda la intérprete. Hay servicios especialmente delicados como son el acompañamiento al psicólogo, a pedir un préstamo al banco o a explicar a un detenido su situación.
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