La próxima reunión será en Bulgaria, y le seguirán encuentros en Suecia, Francia y por fin, en Málaga. El continuo trabajo en equipo con personas de toda la Unión Europea, viajando por el continente, forma parte del trabajo diario de la empresa malagueña IPF (Iniciativas de Proyectos de Formación), fundada en 1999 y con sede en la calle Granada 4-6.
«Hemos colaborado con la práctica totalidad de la UE, aunque los países con los que más trabajamos son Italia y Alemania», cuenta el fundador de la empresa Miguel Ángel Postigo. La rama internacional de IPF es la encargada de presentar proyectos piloto a la UE financiados por esta hasta un máximo del 75% por medio de programas como Leonardo o Grundtvig.
«En cada proyecto hay un promotor y un mínimo de dos socios porque al menos tienen que intervenir tres países de la UE –cuantos más mejor– y nosotros actuamos como socios», cuenta Ana María Pacheco, una malagueña que habla cinco idiomas y que es la coordinadora de relaciones internacionales de IPF.
Los proyectos pueden ser de lo más variados, como un estudio sobre la seguridad en el transporte público y la formación del conductor de autobuses europeo, que realizaron con la empresa de transporte público de Roma, entre otras entidades, o uno muy curioso sobre la educación por medio de los dibujos animados.
Cada proyecto que la UE aprueba y que suele estar promovido por universidades, administraciones y centros de prestigio dura dos años e incluye numerosas reuniones en los países participantes. «Es complicado porque a veces hay que hacer muchísimos viajes pero la interculturalidad es la esencia del programa», explica Ana María Pacheco.
Miguel Ángel Postigo resalta que los proyectos se realizan con la idea de que sean de aplicación en la UE. Uno de los que más le impactó fue EuroSigns, un proyecto piloto para unificar en lo posible el lenguaje de signos de los sordos. «Al final se hizo un cedé para que, por ejemplo, una persona sorda de Italia que quiera aprender el lenguaje de signos de España pueda encontrar determinadas situaciones prácticas ya resueltas», apunta Ana María Pacheco.
Además, estos proyectos internacionales tienen que celebrarse al menos una vez en uno de los países participantes y cuando se celebran en Málaga incluyen una ruta cultural a la ciudad y visitas a bodegas.
La innegable proyección europea de esta empresa de Málaga se completa con la rama nacional, que entre otros aspectos ofrece cursos de español y de prácticas de empresa a estudiantes extranjeros, la mayoría con becas de la UE.
«Los estudiantes se alojan en pisos o en familias, el año pasado tuvimos más de cien alumnos», detalla el fundador de la empresa, que destaca que en el 2001, por la relación con una universidad americana, acudieron a Málaga muchos estudiantes estadounidenses. En la actualidad, son los estudiantes polacos los más interesados en aprender español y hacer prácticas en Málaga, ya sea de animador, de electricista o en la recepción de un hotel, por poner ejemplos. IPF tiene como cliente a toda Europa, una gran idea nacida en Málaga.
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