Un ciclista invidente que recorre el Sahara en tándem. Un ex escalador afectado por una lesión medular que avista las cumbres desde su parapente. Un piloto de rallies del Dakar sin movilidad en sus piernas. Una montañista sin apenas visión subiendo picos pirenaicos. Son sólo cuatro ejemplos de cómo personas con discapacidad logran cumplir su sueño de disfrutar del deporte al aire libre.
Joaquín Sánchez y Serafín Zubiri, recorriendo el Sáhara en tándem
RICARD LÓPEZ
Sergio Fernández Tolosa es periodista, cámara y un apasionado del deporte de aventura. Una de las pruebas en las que participó dejó para siempre una huella imborrable en su vida. En el 2008 formó parte de la Titan Desert, una carrera ciclista por el Sáhara, compartiendo tándem con un invidente. De esta experiencia nació el libro ‘Vidas sin límite’, en cuyos 20 capítulos narra las increíbles gestas de una treintena de deportistas discapacitados.
- ¿Cómo surgió la idea de cruzar el desierto junto a una persona ciega?
Joaquín Sánchez vende cupones de la ONCE en La Línea de La Concepción. Un día supo por televisión que yo había cruzado siete desiertos con mi bicicleta. Me llamó, me explicó que le gustaba la ‘mountain bike’, que tenía un tándem, y que le gustaría participar conmigo en la ‘Titan Desert’. Me tocó la fibra y acepté. Me dejó una sensación agridulce, porque no la pudimos acabar, pero para Joaquín fue la experiencia de su vida. Apenas había salido de su ciudad, y para él fue un sueño.
- ¿Qué pasó luego?
Al volver, me propusieron hacer un libro sobre deporte adaptado. Más que un libro, son tres años de experiencias y de conocer a gente increíble. Son personas con sus sueños, sus metas, sus retos, como todo el mundo.
- Y a partir de ahí fue conociendo a más practicantes de deporte adaptado. Por ejemplo, narra las vivencias de una expedición que cruzó el Polo Sur...
Xavier Valbuena perdió una pierna en un accidente de moto, Eric Villalón nació con una deficiencia visual y a Jesús Noriega le falta una mano. Pero eso no les frenó. Los conocí un año antes de que iniciaran su aventura antártica. Seguí sus entrenamientos, vi cómo se preparaban… trabajaron muy duro.
- También ha visto hacer piragüismo, parapente y maratones a atletas en sillas de ruedas, practicar 'mountain-bike' a un ciclista que perdió una pierna, esquiar a personas con discapacidad...
Sí. En Sierra Nevada, por ejemplo, estuve con el equipo de esquí adaptado de la fundación ‘También’, compuesto por ocho mujeres, entre ellas Irene Villa, víctima de ETA. Esquié con ellas, y a veces tenía problemas para seguirles. También he conocido a nadadores como Chano Rodríguez. Él fue condenado por pertenecer al GRAPO y, a causa de una huelga de hambre en la cárcel, su organismo absorbió su médula espinal. No puede mover las piernas. Desde Sydney 2000, ha ganado muchas medallas paralímpicas. Ahora quiere participar en los Juegos de Londres 2012. Es duro como una roca, ha llegado a nadar 25 horas ininterrumpidas en la ría de Vigo. A su lado, David Meca parece un alevín.
- ¿Dónde está el límite del ser humano?
Lo importante es que estas personas demuestran día a día que se pueden conseguir cosas que a priori parecen imposibles. La vida se trata de eso, de cuestionarse hacer lo que no podemos hacer y plantearse cómo hacerlo. Sacar conclusiones de los errores, corregir, avanzar… Todos coinciden en que hay que tener la cabeza llena de sueños y proyectos. Ellos luchan día a día por hacerlos realidad. Los límites existen, pero si no te rindes, están más lejos.
- Póngame otro caso...
Son tantos... Por ejemplo, Antonio De Diego. Él corría maratones hasta que, hace seis años, perdió las piernas en un accidente de tráfico. Hoy su pasión son el piragüismo, la vela y el buceo. Lleva mucho tiempo luchando para volver a una línea de salida.
- ¿Qué ha aprendido de todos ellos?
Ellos dicen que la sociedad no los ve o los ve con lástima. A mí no me ha pasado, porque desde joven tuve la suerte de estudiar con una persona invidente. Fue él quien hizo darme cuenta de que todo está lleno de barreras arquitectónicas. Cosas en las que a veces ni pensamos. Pero aún así, se sacó la carrera de Periodismo con más facilidad que yo.
- La vida de estas personas es una lucha constante...
Me sabe mal ver que incluso una ciudad como Barcelona no es accesible. ¡Una silla de ruedas eléctrica ni siquiera puede subir escalones de tres centímetros!. Imagine la frustración de alguien que vive eso. Con mecanismos adaptados, a bordo de un kayak, de una embarcación de vela o haciendo submarinismo, pueden practicar deporte.
- A la mayoría de personas sin discapacidades ni siquiera se les ocurriría afrontar retos como los suyos. ¿Cómo lo logran?.
Sienten la llamada de la naturaleza, un medio que no es accesible. No es fácil. Juan Lupión siempre fue escalador, hasta que lo atropelló un coche y se quedó en silla de ruedas. Ya no podía ir a las montañas, que era lo que más le gustaba, y pensó: ‘igual, si aprendo a volar en parapente, puedo verlas desde el aire’. Y así fue. Desarrolló un sistema adaptado para despegar y aterrizar sin utilizar las piernas. Y ha enseñado a volar a 17 personas que estaban en su misma situación.
- En todo este tiempo debe haber vivido momentos muy intensos y emotivos. Sé que es imposible escoger, pero ¿podría decirme alguno?
Me llamó mucho la atención Daniel Vidal. Siendo un niño perdió el brazo izquierdo y parte del derecho por subirse a una torre de alta tensión. Es uno de los nadadores con más títulos de España. Nada con las piernas y un hombro. Ha cruzado el estrecho de Gibraltar y vivido tremendas aventuras en aguas abiertas. Cuando estuve con él me dijo que estaba buscando un niño. Y le vi sonreír. Hace poco me llamó para decirme que había sido padre. Me emocionó. Si lo vieras en la escuela donde trabaja, cómo lo quieren los pequeños...
- ¿Hay más?
¡Muchos!. Xavier Mandicó sintió la llamada del mar tras quedarse ciego con 25 años. Desde entonces practica windsurf. Me explicó que cada noche de Sant Joan, con el solsticio de verano, se sumerge en el mar para pedir un deseo: unos ojos para ver. Hubo un año en que consiguió un perro guía y, cuando lo fue a recoger, se enteró de que el perro había nacido el 23 de junio por la noche. ¡Qué coincidencia!. Ahora es como sus ojos. Y también ha sido padre hace poco.
- ¿El deporte es la mejor vía de superación para una persona con discapacidad?.
No lo sé. Pero sí que sirve para marcarse retos. Una de las personas que piensan así es el músico Serafín Zubiri. Estuve con él en Pamplona, le vi entrenar, es un gran deportista. Charlando con él le conté mi experiencia con Joaquín en la Titan Desert. Días después le llamé para consultarle una duda, y me comentó que le gustaría hacerla conmigo. Y, claro, no lo dudé. Nos fue muy bien. Fue la primera vez que un tándem con invidente logró acabarla.
- ¿También sirve como vía de integración?.
No soy un experto en eso, aunque hay muchos casos. José Luis García se quedó sordo al poco de nacer por culpa de una inyección de antibióticos. Su adolescencia fue complicada. No lograba integrarse, es un problema común a muchas personas que no pueden oír. A menudo, aunque sepas leer los labios, pierdes el hilo de las conversaciones. Y para él, su proceso de integración empezó a partir del ciclismo. Ya de pequeño, su hermano le contaba las andanzas de Pedro Delgado. Y él dijo: ‘quiero probar’. Empezó en un equipo, le gustó, fue a unos Juegos para sordos y esa fue su forma de entrar en sociedad. Antes sólo se relacionaba con otros sordos o con su familia. Ahora viaja solo por el mundo en bicicleta. Acaba de volver de la India. Él rompió esa barrera e intenta convencer a los demás para que lo hagan. No hay que imponerse límites, sino marcarse metas.
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